Miró la fotografía y
recordó lo que le hacía sentir su sonrisa.
—Espero que esta vez si pueda lograrlo. —Dijo mientras
dejaba la fotografía en su escritorio.
Cada vez que programaba
la fecha, recordaba las palabras de su socio “es imposible cambiar el pasado”.
Se preguntaba si era
cierto o era una de las frases románticas que acostumbraba usar y que le
ayudaban a tener éxito con las mujeres.
El viaje duraba un
instante, prácticamente un parpadeo y aunque lo había realizado muchas veces,
siempre sentía un hueco en el estomago al bajar de su maquina. Aunque
probablemente, no era el viaje lo que lo hacia sentirse así.
Dejó la maquina lejos
de la que fue su casa. Seguía sintiendo un hueco en el estomago, como si
supiera que no importara que hiciera, los resultados serían los mismos.
Caminó unos veinte
minutos y llegó al jardín. Todo
era como lo recordaba. Mal estacionado, había un coche que no era suyo y
tampoco era de su esposa. Lo reconoció y apretó el puño.
La puerta estaba
cerrada, pero su llave servia perfectamente. Entró intentando hacer el menor
ruido posible. Caminar por esa casa le producía un escalofrío, lo odiaba. Por fin llegó a la recamara principal,
la puerta estaba entreabierta.
La vio.
Su esposa, estaba
sentada en la cama, a su lado el que había sido su socio, el que le había
ayudado a diseñar la maquina con la que cambiarían la historia.
Ella sonreía y el no
podía evitar odiar esa sonrisa, ese momento. Sonreía como quien era feliz de
nuevo. Ella era feliz cuando el no estaba con ella. Había llegado a hartarse de
el, lo odiaba y ahora era feliz con alguien mas pero jamás tuvo el valor de
afrontarlo de decirle a la cara que ya no lo quería en su vida, que era momento
de seguir adelante.
Apretó ambos puños.
—Lo siento, aun no logro perdonarte.
Retrocedió despacio, se encaminó a la puerta principal. Se detuvo un
momento. Sacó de su mochila un martillo y lo dejó a medio camino, visible,
desentonando con la escena, como si quisiera que alguien lo encontrara.
Se escondió en la cocina seguro de que nadie lo encontraría.
Apenas se instaló en el lugar desde que vigilaría todo, vio llegar a
alguien. Se reconoció.
Cada minuto le pareció una eternidad. Se vio a si mismo entrando a la
casa. Recordó la sorpresa y confusión que le provocó ver un martillo a tirado
en medio del recibidor.
Parecía que todo se movía en cámara lenta. Se vio abriendo la puerta
de su recamara y pudo ver la cara de terror del que fue su socio. Recordó y
revivió como fue que hace 25 años, asesinó a su socio con un martillo que
encontró tirado. Lo golpeó hasta cansarse, hasta que no podía mas. Su esposa
gritaba, lloraba, pero no podía moverse, quizás por miedo, quizás porque prefería
morir que seguir viviendo con el.
El jamás pidió una explicación o una disculpa, solo se acercó a ella y
comenzó a apretar su cuello con ambas manos. Parecía que ella sonreía cuando dejó de respirar y el, se
soltó en llanto.
Desde su escondite, se vio a si mismo llorando y recordó como se sintió
hace 25 años. El también lloró.
Salio caminando. Sabía que nadie lo vería.
Regresó a su maquina, introdujo la fecha y regreso a su tiempo, a su
hogar.
El viaje, duró un
instante, sin embargo, siempre el viaje de regreso le parecía
mas pesado. Aun cuando había visto
el asesinato completo, y había estado horas fuera de casa, regresó 10 minutos
después de que partió. Le gustaba ausentarse solo 10 minutos. Era una manía que
tenía.
Tomó de nuevo la
fotografía de su escritorio.
—No lo logré, pero espero que mañana pueda perdonarte, quizás mañana
logre hacer ruido, o llegar antes para evitar que seas descubierta. Quizás mañana
pueda perdonarte y no deje el martillo a medio camino. Si, mañana podré
lograrlo y entonces, todo podría ser diferente, volverías a estar de nuevo
conmigo. Te arrepentirías, verías que soy bueno e intentarás estar de nuevo
conmigo. Pero eso será mañana, hoy estoy demasiado.
El no entendía que había creado su propio infierno. Que con cada viaje
el revivía su recuerdo y jamás lograría perdonar a su esposa. Y era ese momento
en el que tomaba fuerza aquello que le dijo su socio cuando crearon esa maquina
infernal.
Es imposible cambiar el pasado.