viernes, 26 de febrero de 2010

Desaparecido

Quiero reportar una persona extraviada.

La operadora respondió mecánicamente he hizo las preguntas de rigor. Pidió nombres, fechas, direcciones. El protocolo se cumplía sin contratiempos hasta que pidió el nombre de su interlocutor.

—Usted debe estar bromeando.
—No señorita, lo digo en serio, quiero reportarme extraviado.
—¡Debería darle vergüenza! A su edad haciendo esta clase de bromas. ¡Estúpido!

La operadora colgó y el se quedó sosteniendo el auricular y sin saber que hacer.
Quiso mirar sus manos pero no estaban, simplemente no estaban.

No se atrevió a ir al trabajo en ese estado. Se sentía vulnerable y pensaba que de todas maneras le descontarían el día, pensarían que intentó engañar al sistema y lo correrían por intentar hacer fraude. Por eso decidió permanecer en casa.

Apenas eran las diez de la mañana. Faltaban varias horas para que su esposa volviera del trabajo. Se sentó en su sillón y esperó viendo la televisión.

—Vaya, al menos todavía me da hambre, supongo que eso es bueno.

Fue a la cocina y se preparó un sandwich. Tenia hambre, pero no tenía ganas de comer algo elaborado, solo quería tener algo en el estomago y sentir que masticar lo distraía.
Regresó al sillón y se quedó dormido.

—¡Ya llegué! —Anunció su esposa.

Dio un salto en el sillón pues el grito de su esposa lo había sorprendido. Por un momento olvidó su condición.

—Amor ¿Cómo te fue?
—Bien amor ¿donde estás?
—Aquí. en la sala

Ella caminó a la sala. Y lo buscó.

—Deja de estar jugando, dime donde estás.
—Estoy parado justo frente a ti.

Los ojos de su esposa reflejaban miedo y confusión.

—No entiendo, explicame que está pasando.
—No lo sé, en serio no lo sé. Desperté esta mañana y simplemente no estaba.
—El doctor ¿Que dijo el doctor?
—Oh, no se me había ocurrido hablar con el.
—¿Y entonces que hiciste toda la mañana? Dios mío. eres increíble, vamos, no te puedes quedar así.

Se subió al auto. Durante el recorrido evitó hablar o hacer ruido alguno. Se sentía como un niño regañado y decidió actuar como tal.
Después de pasar veinte minutos intentando explicar a la recepcionista el problema, lograron entrar al consultorio con el pretexto de que se trataba de una urgencia.

—Y bien señora ¿cual es su malestar?
—Yo estoy bien doctor, el problema es mi marido.
—¿Qué tiene su marido? y ¿Por qué no lo trajo? así seria mas fácil diagnosticar el problema.
—Aquí estoy doctor.
—Vaya, hasta que te dignas a hablar.

El doctor quedó sorprendido.
—¿Quién dijo eso?
—Yo doctor —dijo tímidamente.
—¡Habla fuerte! así no te escuchará el doctor. Es mi marido, está enfermo.
—No entiendo bien, digame, ¿que le duele?
—Nada doctor, en realidad me siento muy bien, solo que, creo que, no estoy.
—Hombre como no va a estar usted, si yo lo estoy escuchando fuerte y claro. A ver, tosa.
—cof, cof.
—Interesante, interesante, ¿Desde cuando presenta estos síntomas?
—Desde hoy en la mañana doctor, desperté y ya no estaba.
—No se preocupe, lo vamos a curar. Pero me gustaría pedirle algo.
—Digame.
—Se acerca la fecha del congreso médico mas famoso del país y me gustaría presentar su caso, quisiera pedirle, que me dejara estudiarlo mas a fondo.
—Así que es un caso importante —intervino su esposa— deme todos los detalles del evento doctor.

En ese momento empezó una platica sobre congresos, enfermedades incurables, milagros médicos y médicos milagrosos. Y de pronto se sintió invisible.

Fue como si algo se rompiera dentro de el. Se enojó, se enojó como no se había enojado en mucho tiempo y decidió salir del consultorio. Caminó a casa.

Cuando llegó, su esposa ya se encontraba en casa. Intentó no hacer ruido pero la puerta lo delató

—¿Se puede saber donde estabas?

No respondió.

—Vamos, dime donde estabas. Creí que ahora si habías desaparecido. Me espanté cuando vimos que ya no te hallabas en el consultorio. Imagina al doctor, el caso de su carrera perdido.

Apretó los puños. Estaba realmente enojado. Era como si a ella no le importara. Estaba fastidiado. Bastante molesto. Salió de su casa con la intención de no volver jamás. Ni siquiera empacó. Tomo su teléfono celular, su cartera y se fue de su casa.

De vez en cuando pasaba por su casa. Sentía curiosidad de ver los cambios que ocurrían ahora que el no estaba. Se preguntó si realmente alguna vez estuvo.

Había perdido la cuenta de los días. Estaba seguro que habían pasado años, pero realmente no podía decirlo con certeza. Veía pasar a las personas, pero no al tiempo. Al principio se preocupo, al final le tenia sin cuidado.

Visitó su casa y le sorprendió no verse sorprendido al ver sus cosas tiradas en la basura. De alguna forma lo presentía. Sintió un poco de tristeza cuando vio álbumes de fotos, sus fotos, la evidencia de su vida. O al menos de su existencia. Tomó uno y empezó a hojearlo. Le pareció un ejercicio complicado. Para empezar, no se reconocía, no se recordaba. Segundo, no entendía en que momento decidió aceptar vivir una vida que no le gustaba. Las sonrisas eran las principales ausentes de sus fotos.
Es cierto, había lujos, fiestas, muebles costosos, pero jamás sonreía y jamás se había percatado de ello, comenzó a entender su condición. El desapareció hace años y en su lugar dejó una concha vacía.

Recorrió todos las fotografías pero no dejaban de gritarle a la cara que su vida no merecía ese nombre. Después de ver todos los álbumes, se rindió y se dispuso a irse. Se levantó del piso en el cual se hallaba sentado y al hacerlo cayó una foto al piso.

La levantó.

Por primera vez en muchos años sintió que su corazón funcionaba. Sonrió, hasta se puso nervioso.
Era una foto muy vieja pero no había olvidado el día que la tomó. Era navidad. Junto a el, estaba una muchacha. Ambos sonreían.

Mientras sostenía la foto notó que sus manos estaban sucias y su ropa descuidada. Echó a reír.

Caminó hacia un teléfono público.

—Señorita. encontré una persona perdida...

domingo, 21 de febrero de 2010

me caes mal

A veces me caigo mal. No soy emo o algo parecido, en realidad, me siento como Marty McFly.
Si me dicen: ¿a que no haces tal cosa? siento el impulso de hacer tal cosa.
Cuando se trata de "demostrar" algun punto, puedo hacer hasta lo imposible.
Hace poco me dijeron: es que no tu sabes lo que quieres.
Y para demostrar que si, amenacé con renunciar a mi trabajo.

Pero aunque no lo crean esas decisiones me hacen sentir bien el 90% de las ocasiones. Como dicen por ahí: no me arrepiento de nada.

Asi que al final de cuentas, no me caigo tan mal. Me caigo bien

sábado, 13 de febrero de 2010

De repente

Por momentos siento ganas de llenar el blog con frases trilladas, con ideas usadas miles de veces por miles de personas.

De repente siento ganas de caminar por horas. De repente quiero que nadie me este esperando.

A veces quiero leer entre lineas e imaginar cosas que no existen. En ocasiones quiero evitar interpretar o malinterpretar lo que se escribe.

A veces al despertar creo que he viajado en el tiempo y estoy viviendo una y otra vez el mismo día, las mismas situaciones, las mismas personas. Todos los días son el mismo y aun así, envejezco.

Envejezco no por que tenga mas edad. Envejezco por que me canso. Veo las cosas con cansancio, con hartazgo. Y es entonces cuando siento que tengo 50 años y de esos solo he vivido 20.

La verdad, estoy enojado por que no logro terminar el cuento que traigo en la cabeza desde el año pasado.

martes, 2 de febrero de 2010

Feliz cumpleaños

Veintiséis años de recuerdos.
De esos veintiséis, pasé diecinueve años en la escuela si contamos los tres años de kinder.
Pasé cinco años en un noviazgo que terminó antes de terminar mi carrera profesional.
Llevo cinco meses como padre.
Viví de manera independiente durante tres años.
Viví en Mexicali y en Monterrey.
He trabajado para seis empleadores distintos, tres de esas ocasiones, para la misma empresa.
Mi viaje en carretera mas desafiante ha sido el Mexicali - Tijuana en un automóvil rentado.
Conocí Londres.
He tenido tres perros. El ultimo de ellos, tiene catorce años.
Solo he usado cuatro marcas diferentes de tenis en toda mi vida.
Jugué basquetbol y fútbol en la primaria, jugué fútbol americano en la vocacional y en la superior.
Yo quería estudiar Filosofía y letras pero mi madre me dijo que no. Antes yo hacia mucho caso a mi madre.
Abandoné mi sueño de ser escritor profesional, poco antes de cumplir veintiséis.
Quise casarme con una amiga, que nunca fue mi novia.
Intenté convertirme en fumador, jamás encontré lo interesante de ese vicio.
Fume hierba en el carro de un amigo.
Deje de beber en una ocasión durante varios meses por que sentí que el alcohol me estaba controlando.
Aprendí a manejar en una Golf modelo 92'
Mis padres vendieron la Golf 92 en trece mil pesos.
Saqué un carro gracias a un financiamiento y se lo cambié a mi madre por el carro que ella tenia.
La primera vez que subí a un avión, fue con Aviacsa, el destino era Mexicali. Gracias a ese vuelo, aprendí que el mundo gira a pesar de que no este yo en el.

Como todos en este mundo, he tomado decisiones incorrectas en mi vida. Me he equivocado y puedo decir que en ocasiones no he aprendido de mis errores.

Veintiséis años de recuerdos. Con eso podría llenar varios libros.

Soy feliz.