Se miró al espejo.
Las canas y las arrugas seguían en el mismo lugar.
Intentó sonreír pero no lo logro. En lugar de la sonrisa, en su cara apareció una mueca que daba lastima.
Ese no soy yo, dijo, intentando convencerse.
Su esposa dormía en la habitación contigua.
Regresó a su lado. Observó todos los lujos, los muebles costosos, las finas ropas.
Recordó cuando eso no le importaba, cuando creía que podía cambiar el mundo.
Recorrió la habitación viendo las fotografías. Comenzó a sentir enojo. Quería culparla por todo lo que había pasado, siempre exigiendo, queriendo ser "más" que los demás.
Sintió rabia. Quiso despertarla y gritarle que todo era su culpa, que todos esos muebles no lo hacían feliz, que por mas que se matara trabajando, jamás podría entrar a una tienda y comprar paz, comprar felicidad. No lo hizo por que sintió miedo. Ella se enojaría si la despertaba. Los fines de semana no se despertaba temprano.
No quería pelear con ella de nuevo. Sintió pena por el. Le tenia miedo a su mujer, no quería dejarla por que ya estaba envuelto en el juego de las apariencias. ¿Que diría la gente? Comentaran que ni con todo el dinero del mundo pude retener a una mujer interesada?
La gente.
Recordó cuando todo eso no le importaba.
Se dispuso a salir de su cuarto, sin hacer ruido desde luego. Lo detuvo una fotografía que tomó cuando tenia veinticinco años. Había ido de viaje. Era cuando pensaba que el mundo era su casa y le daba igual dormir en una cómoda cama que a la intemperie, viendo las estrellas.
Soltó una carcajada recordando ese momento.
Su esposa se levantó
¿Que no tienes consideración? Es fin de semana, te he dicho miles de veces que no me gusta que me despierten en fin de semana!
El no respondió. La dejó que le gritara. Ya no quería pelear. Ya no quería estar ahí. Recordó en que momento se asesino a el mismo.
Sonrío cuando se acerco a besar cariñosamente a su esposa en la mejilla y ella lo apartó. Fue una verdadera sonrisa.
Jamás pudo dejarla por completo, después de todo, vivieron juntos muchos años.
Es por esa razón, que cada año, en su aniversario, el le manda un paquete de fotos que ha tomado en cada ciudad que ha estado viviendo.
En cada foto esta sonriendo. A el le gusta pensar que a ella le gustaría verlo feliz.
En cada paquete escribe el mismo mensaje: me gustaría que estuvieras aquí,
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